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El fotógrafo que captura delicias de chefs reconocidos con Estrellas Michelin

La isla de Francis Mallman en la Patagonia, un castillo medieval en Francia junto a Dominique Crenn y una cena en Italia con los platos de Massimo Bottura rodeado de autos clásicos. Manuel Heslop tuvo la oportunidad de su vida: viajar a distintos países para fotografiar y filmar a un grupo de viajeros que tienen la dicha de pasar una semana junto a los chefs más famosos del mundo

Viajes que nunca se hubiese imaginado

Después de un vuelo de dos horas, de un viaje en bus de seis y de atravesar un lago en barco durante hora y media, Manuel Heslop llegó a la casa del reconocido chef argentino Francis Mallman. Arribó a un islote en la mitad de la Patagonia. Todo estaba tapado por un grueso bosque de lengas y ciprés con sus hojas teñidas en tonos amarillos, rojizos y marrones. A lo lejos, la imponente cordillera de los Andes. Las montañas, junto con el sol, se reflejaban en la calma del lago, de aguas claras y heladas. La atmósfera era un sueño, pero más lo era la oportunidad que tenía Manuel de poder fotografiar a uno de los chefs más famosos del mundo en su hábitat natural. 

La cordillera de los Andes, Argentina — Manuel Heslop

Conoció a Mallman un año antes trabajando en un evento de un restaurante en Montevideo, y el mismo chef fue quien recomendó al fotógrafo de 29 años para pasar dos semanas en el islote captando con su cámara a un grupo de viajeros que iban a conocer a Mallman en su isla. El viaje era organizado por una agencia holandesa que lleva a grupos a distintas partes del mundo convivan una semana degustando los platos de los chefs más reconocidos a nivel internacional.  

Manuel pasó dos semanas sin señal en el celular recorriendo senderos en la Patagonia, visitando ríos y cascadas, pescando truchas en el lago y probando los icónicos platos que Mallman cocinaba a fuego lento en el medio del bosque. Incluso, la segunda semana de ese abril de 2022, toda la isla se pintó de blanco cuando cayó una gran nevada y el lugar se tornó más alucinante todavía. Hasta el día de hoy el fotógrafo dice que fue una de las mejores experiencias de su vida.  

El chef Francis Mallmann en su isla en la Patagonia, Argentina — Manuel Heslop

El video y las fotos que generó Manuel, luego de dos semanas trabajando sin dormir y un mes de edición, impactó a los dueños de la agencia y eso hizo que su carrera como fotógrafo de viajes se catapultara. Un año después de visitar la Patagonia, en mayo de 2023, le ofrecieron volar a Francia para trabajar en otro evento de una semana en un castillo, ubicado a una hora de París, junto a la chef Dominique Crenn.  

Tuvo la suerte de hospedarse en una de las alas del castillo medieval, construido en el siglo XIII, con techos altos, paredes de piedra y cuatro torres con cúpula cilíndrica. No soltó la cámara ni un minuto durante su estadía y captó toda la experiencia mágica de los huéspedes. Una tarde todos se vistieron de época para tener un banquete en la mitad del jardín, rodeados de flores, fuentes y oyendo música de violín de fondo. Una vez más, Manuel pudo probar la fascinante gastronomía francesa de Creen, reconocida con tres Estrellas Michelin.  

Fotografía aérea del Castillo Domaine Des Etangs, Francia — Manuel Heslop

Pero ese no fue su último viaje surreal. Viajó a la ciudad italiana de Módena para trabajar con el chef Massimo Bottura —también galardonado con tres Estrellas Michelin— en un restaurante rodeado de autos clásicos de alta gama. En agosto de 2023 participó en otro evento de la agencia y esta vez el viaje no era en una isla nevada o en un castillo medieval, sino que era cinco días cruzando el Adriático en una goleta antigua gigantesca. Al mes siguiente visitó el Líbano y en diciembre viajó a Sudáfrica para fotografiar y filmar un safari.  

El esfuerzo, la suerte y su carisma

Si le preguntás a Manuel por qué llegó a tener estas oportunidades, primero dice que estuvo en el lugar indicado y en el momento indicado. Si en 2020 no hubiese renunciado a su trabajo de oficina para dedicarse a trabajar con la cámara, no habría conocido a Mallman esa noche en el evento en Montevideo. Y si no se hubiese esforzado por hacer el mejor trabajo posible, tampoco lo habrían recomendado para viajar a la Patagonia y luego a tantos otros destinos. 

Pero hay otro factor. “En la fotografía no solo importa qué tan bueno seas con la cámara. Podés sacar las mejores fotos del mundo, pero si sos mala persona o sos antipático es difícil que después te contraten porque estás todo el día en contacto con la gente”, dice. Es su carisma lo que le abrió tantas puertas. A él no solo le gusta conocer e interiorizarse en las historias de los clientes o de los chefs, sino que siempre que puede se anota algunas palabras básicas en el idioma del país al que viaja para poder hablar con los locales.  

A diferencia de muchos fotógrafos, Manuel no frena una cena o una caminata o un baile para pedirle a la gente que vuelva a hacer lo que estaba haciendo porque el video salió mal y tampoco pide que alguien se mueva de cierta forma o haga algo para la foto. Él capta la alegría, la diversión y la emoción de forma auténtica. Su creación y su impronta la pone después en la edición, ahí es donde combina la música, los colores y los efectos de video para generar un producto especial.   

La isla de pescadores de Burano, Italia — Manuel Heslop

Qué le gusta más, ¿sacar fotos o filmar videos? La respuesta es fáfcil: “Cuando veo algo impresionante, lo primero que pienso en hacer es sacarle una foto, no filmarlo. A mí la foto me gusta porque literal congelás lo que pasa y lo podés imprimir. Pero también reconozco que el video te lleva más al momento porque hay más estímulos, hay sonido, movimiento, mientras que en la fotografía juega la imaginación”.  

La fotografía de viajes no solo significa un trabajo para Manuel, sino que lo considera una forma de viajar que a esta altura ya no puede ni quiere cambiar. “Lo que se vive cuando tenés la cámara en mano es distinto”, dice, porque se absorbe la experiencia a fondo. “Viajando te llevas cosas de cada lugar, volvés y tenés nuevos pensamientos y ni que hablar de las mil anécdotas de cada viaje. Conocer gente es lo que más me fascina”, explica Manuel.  

Su apartamento lo lleva a cada experiencia: su alfombra es de India, tiene una vajilla de la Costa Amalfitana y en sus repisas hay libros de fotos de cada uno de los destinos que visitó.  

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