Rose Papantonakis es una viajera que no se conforma con mirar. “Soy inquieta y curiosa. Más que viajar, me gusta descubrir cosas nuevas”, dice. En medio del Valle de Cocora, entre palmas de 60 metros de altura y rodeada de montañas con una niebla que parecía pintada a mano, Rose sintió algo parecido a la paz. No a la quietud, no al descanso: a esa otra paz, la que se encuentra en el asombro.
La cocinera, emprendedora, comunicadora y amante declarada de la buena mesa, no busca playas paradisíacas ni hoteles de lujo. Busca propósito. “El viaje tiene que tener un sentido, como todo lo que hago en la vida”, dice, y por eso ya no viaja a destinos conocidos que supo disfrutar: prefiere los destinos nuevos. Lugares en los que viva experiencias ricas desde lo cultural, histórico, social y, por supuesto, gastronómico. Colombia fue uno de esos destinos.
De la mano de Jetmar, en junio Rose viajó dos semanas a la tierra del café y lo que más le impactó fue la diversidad del país: “Colombia tiene todas las geografías y los climas habidos y por haber. Cada lugar que vas parece un país distinto”. En el Eje Cafetero, se encontró con una comunidad que vive y respira café, que lo produce con orgullo y cuenta la historia como quien comparte un secreto de familia.
Medellín, en cambio, la sorprendió por otro lado: “Una ciudad segura, limpia, con mucha vegetación, muy interesante arquitectónicamente. Me hubiese quedado más de 48 horas”, confiesa. En Cartagena disfrutó de caminar por la ciudad amurallada y absorber el color de esta ciudad colonial, además de haber probado la mejor arepa del viaje. Para terminar su travesía, se alojó en unas cabañas frente al mar en Isla Barú. Cuatro días de reláx total disfrutando del sol y la playa.
Comer como forma de explorar
Rose no viaja con hambre: viaja con apetito. Con ganas de probar sabores nuevos, sí, pero también con ganas de entender a un país a través de lo que cocina y come. “La gastronomía es una fuente riquísima para conocer otras culturas. A través de la comida, uno entiende al país, a su gente, sus hábitos”, dice.
En Colombia la cautivaron la diversidad de frutas –esa explosión tropical que desborda cada esquina–, las arepas y, claro, el café, al que cataloga como “perfecto”. Siempre que Rose define a cuál destino quiere viajar, de inmediato empieza a buscar dónde va a comer. Habla con gente que fue al país, investiga, planifica, pero también se deja llevar por la intuición y la vibra del lugar una vez que llega a destino. Si un barcito le llama la atención desde la vereda, entra. Aunque no esté en ninguna guía.
Aunque Rose siempre aspira a la excelencia, a la hora de viajar pone por encima la autenticidad: “No me gusta ir a un restaurante de Estrella Michelin en Colombia que sirva comida francesa o asiática, por más excelente que sea. Me gusta comer la comida del lugar”.
La experiencia de viajar con Jetmar
Colombia es un destino que muchos consideran riesgoso, y por eso para Rose fue clave viajar con Jetmar. “Cuando ya salís de Uruguay con esa mentalidad, resulta más cómodo ir de la mano de alguien. Llegar al aeropuerto y ya tener el check-in hecho o saber que al llegar al destino me van a estar esperando”, dice.
Para ella, la diferencia estuvo en la calidad de la planificación, la selección de hoteles bien ubicados y el profesionalismo y carisma de los guías de viaje. Al recordar su experiencia, cuenta: “Las personas que me guiaron me mostraron su país con orgullo y mucho conocimiento, pero no eran ‘guías libro’, sino que tenían esa flexibilidad y espontaneidad para sentarnos a tomar un café en medio del recorrido”.
Para Rose, cuando alguien que ya conoce el destino planifica el viaje por vos, “la experiencia resulta mucho más armónica”. Siempre te van a quedar cosas por hacer en un destino –opina–, pero lo que tenías que ver, lo viste. Lo esencial, lo hiciste. “Uno puede planificar un viaje solo, pero definitivamente no es la misma experiencia”.
Sus próximas rutas
En su lista de viajes soñados están Vietnam, Egipto y los fiordos noruegos. Pero antes que nada, el sueño de Rose es conocer toda Latinoamérica. Pero no por coleccionar sellos en el pasaporte, sino porque viajar –en su caso– no es turismo: es una forma de vivir con más intensidad. Anhela profundizar en la cultura de su continente y apreciar los paisajes naturales únicos que alberga. Hoy se encuentra viajando por el Desierto de Atacama en Chile y, a través de sus redes sociales, dice que ya se enamoró del país.
“Viajar te abre la cabeza a otras realidades, a otras culturas, a la historia que tiene el lugar”, cree Rose. Vive y disfruta cada instante de la experiencia, desde la planificación previa hasta el retorno a casa con la ilusión de compartir todas las vivencias y aprendizajes con su familia y amigos. Para ella, viajar es caminar, oler, probar, emocionarse con nuevos paisajes. Porque la clave –como en todo lo que hace Rose– está en los detalles.
ROSE PAPANTONAKIS es licenciada en Relaciones Públicas, cocinera profesional y sommelier internacional. Comenzó su carrera en televisión en Argentina, con columnas culinarias en Estilo Andrea y luego como conductora del ciclo Bajo la lupa, donde evaluaba restaurantes y hoteles. Hace un par de años regresó a Uruguay –el país donde nació– y emprendió con La Casa de Rose, un espacio creativo dedicado a eventos, clases de cocina, diseño floral y degustaciones. Además, ha dirigido el programa Íntegra, enfocado en empoderar a mujeres emprendedoras. En el mundo televisivo uruguayo, es conocida por su rol como jurado en Bake Off Uruguay, donde aporta un criterio exigente y profesional.
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